Como es de dominio público, el pasado fin de semana se estrenó con enorme éxito en los Estados Unidos la película 300, basada en la novela gráfica de Frank Miller, que cuenta de manera sumamente estilizada la batalla de las Termópilas. Las críticas han resultado divididas netamente entre quienes adoran la cinta y quienes la aborrecen. Los primeros encuentran fascinante el aspecto visual y la energía transmitida por Zack Snyder, los segundos lamentan los excesos de esos mismos puntos y un cierto descuido hacia la lógica y la coherencia en el guión. Pero no faltan quienes objetan, y no es ninguna novedad en películas de este tipo, la falta de precisión histórica en los eventos retratados; lo cual abre el paso a la clásica polémica: el cine debe ser reflejo de la realidad?
En un post anterior dije que el cine no debe huir de los aspectos más crudos de la vida cotidiana. Por eso, films como Saving private Ryan o The thin red line representan un buen ejemplo de películas de género (en este caso, bélico) que, contando historias individuales ficticias, representan un entorno histórico real de la manera más verosímil posible. Si no ando errado y recuerdo bien mis clases de Literatura, esa es la idea de fondo de las novelas históricas, al menos en la línea de Walter Scott o Alessandro Manzoni. La película que mejor representa esta figura es, sin lugar a dudas, Kingdom of Heaven: la reconstrucción del tiempo, el espacio, los momentos es tan meticulosa, que hasta podría pasar por un documental. El único personaje novelado es el protagonista, en cuanto, si bien existió realmente y realizó las gestas narradas en la película, no ha dejado un rastro biográfico suficiente; las lagunas han sido rellenadas por la intervención de la fantasía del guionista. Pero lo que queda al final es la sensación de haber entendido mucho mejor un evento poco conocido.
Sin embargo, con 300 entramos a un territorio ligeramente distinto. Sí, habla de un suceso real. Sí, presenta personajes históricos como Leonidas y Xerxes. Sí, hay fuentes abundantes sobre como se desarrolló la batalla, sobre cómo vestían los combatientes, sobre como era la vida en aquella época. En resumen, si alguien quisiera trasladar a la pantalla grande el enfrentamiento entre espartanos y persas, tendría las herramientas para hacerlo de manera detallada y a la perfección. Pero este no es el caso.
300 no se basa en la Historia, con H mayúscula, porque lo que hace es adaptar una novela gráfica, es decir, un comic. Yo tengo ese volumen, y por lo tanto puedo asegurar que el 90% de las divergencias entre lo que sucedió y como sucedió, respecto a lo plasmado en el largometraje, corresponden a la interpretación de los hechos que Frank Miller representa en el papel impreso.
Entonces la pregunta se modifica. Cuando se adapta un trabajo de ficción, pero basado en acontecimientos reales, se debe respetar más la obra sobre la que se está trabajando o la veridicidad histórica? Snyder cumple al 100% con la primera opción, mucho más que en la anterior adaptación de un trabajo de Miller, Sin City, de Robert Rodríguez. Es una elección respetable y que justifica manejar un cierto estilo cinematográfico basado en la artificialidad de la puesta en escena, al límite de lo irreal, dando una atmósfera adecuada a la leyenda generada por el suceso. Nos encontramos, en fin de cuentas y según los supuestos planteados en el comic y en la película, frente a una narración posterior a los hechos, realizada con todos los florilegios correspondientes para arengar a las tropas que debían vengar la heroica derrota de Leonidas y sus hombres. En este marco y contexto, resulta imposible reprochar una falta de verosimilitud.
En conclusión, me ciño a la máxima de Ebert: una película no es buena o mala en función de lo que cuenta, sino de qué tan bien lo cuenta. Este último punto, en películas biográficas, históricas, realísticas, incluye mantener una cierta disciplina en la representación de los hechos y en su apego a los mismos; algo que no se puede pedir, por ejemplo, a un trabajo de sci fi. Y, desde mi punto de vista, 300 no es una película histórica per se; es más un recuento mitológico, casi fantasy. Como tal, se encuentra libre de esas ataduras... o alguien pregunta por la ciencia de los poderes de Harry Potter o Gandalf?
I don't think so...
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