viernes, 30 de enero de 2009

Januarius horribilis

Por fin se acaba enero, damn it! En estos primeros 30 días del año he tenido una tal constelación de infortunios que me he quedado con serias interrogantes sobre quién soy (?), de donde vengo (?), a donde voy (?). Aunque a ser sinceros, el mes hizo honor a su etimología bifronte y también tuvo sus cosas buenas... aunque concentradas en un solo punto y sobre el cual, para colmo, aún tengo que mantener cierta reserva. Probablemente lo podré desclasificar en unas cuantas semanas. Y no, no es lo que piensan, no he abdicado en mis principios y por lo tanto no estoy hablando de un posible heredero. Es algo mucho mejor y que involucra dinero y tranquilidad, dos cosas que la prole suele quitar con pasmosa celeridad.

Pero sobre el otro lado de la balanza tengo de todo y quizás hasta más, a saber: auto abollado, y sin que pueda echarle la culpa a nadie, lo cual incrementa el fastidio; trabajo recargado más allá de todo récord previo, incluyendo más responsabilidades y más horas de trabajo sin correspondiente aumento salarial (Lincoln, donde estás?); salud desastrosa, gracias a un virus / bacteria / entidad sobrenatural que me ha dado un par de semanas a base de agua, sopa, tostadas y electrolitos... y me ha permitido indirectamente cumplir con mi meta de adelgazamiento con dos meses de anticipación. En fin...

Pero basta hablar de mí y pasemos al ránking inicial del año.


Resumiendo las impresiones que me genera:
  • El podio sigue estable, aunque los Tokio Hotel, de la mano de sus acérrimos, intransigentes y emotivos fans, amenazan con colarse entre palos.

  • Gran atropellada de Valkyrie, con toda seguridad empujada hacia adelante por el estreno de la homónima película con Tom Cruise y las polémicas relacionadas con su verosimilitud. De este paso también podría tener serias posibilidades de ingresar al pantheon de la tabla (?).
  • Fergie, por su parte, recupera varias posiciones (con un single estrenado hace tieeeeeempo) y no descarto que, en el corto plazo, logre sortear varios lugares más, considerando lo apretado de la tabla en esas zonas.


miércoles, 21 de enero de 2009

Keane - Perfect symmetry



Nuevo single de Keane. Enjoy.

martes, 20 de enero de 2009

Sex & the movies

Siguiendo con la sección cinematográfica semanal, y saltando ciertos problemas de salud de los que hablaré en detalle en otra ocasión, toca revisar dos películas con poco o nada en común, salvo un cierto desenfado a la hora de presentar a sus protagonistas en pelotas o, aún más prosaicamente, copulando. Y lo mejor de todo, ambas logran revelar a sus personajes a plenitud gracias a esas escenas.

Before the devil knows you're dead (*** 1/2)

Siempre me he sentido atraído hacia historias que analicen lo mal que le pueden salir a uno los planes mejor concebidos. En parte porque hay una punta de sadismo en ver los desastres que pueden ocurrirles a los protagonistas, en parte porque albergamos la esperanza de un deus ex machina que les arregle el panorama en el último minuto del partido, en parte porque nos gustan las cautionary tales donde los que quieren pasarse de vivos terminan pasándos de muertos (?). Y si estas historias involucran sexo, sacadas de vuelta, drogas, armas, muerte, grandes actuaciones y Marisa Tomei en topless (?), pues mucho mejor.

Andy (Philip Seymour Hoffman) es un ejecutivo de medio pelo con graves problemas de drogas, de contabilidad en la empresa en que labora, y en pleno enfriamiento global con su mujer, Gina (Marisa Tomei); la única vía de salida para todo parece ser mudarse para Río, donde los dos vivieron momentos inolvidables (o tal vez simplemente no rutinarios). Hank (Ethan Hawke), el hermano de Andy, crónicamente inseguro y en full Don Ramón mode a la hora de pagar la mensualidad a su ex esposa (Amy Ryan) y a su hija, ahoga su depresión en el alcohol e intenta desesperadamente cerrar sus deudas para poder escapar de esa vida... y él también quiere huir con Gina. Uno más uno es dos: ambos necesitan dinero, lo antes posible. Y cuando a Andy se le ocurre un plan muy simple para conseguir buen billete sin muertos ni heridos de por medio, asaltando la asegurada joyería de sus padres (Albert Finney y Rosemary Harris), Hank termina asociándose. Pero como ya se imaginan, nada saldrá como habían pensado.

La primera escena de la película es una sesión amatoria doggy style entre Andy y Gina donde él, mirándose al espejo, parece pasarla mucho mejor que ella, aunque ambos coincidan en la extraordinariedad del evento (o de la calidad del mismo), comparada con su quehacer cotidiano. Unos cuantos metros de celuloide más adelante, unas recriminaciones al respecto (del tipo en Río no eras así) confirmarán la veracidad de esa impresión. Y peor aún luego de ver a Hank y Gina conversando tranquilamente casualmente después de uno de sus encuentros clandestinos. En esas tres escenas donde la desnudez es el común denominador (minutaje total: no más de 10'), ya han quedado claros el carácter de los tres personajes y sus principales falencias. Y todo esto sin que se haya avanzado un paso en el plot de la cinta.

Esas pinceladas precisas las puede dar sólo un maestro, y Sidney Lumet a sus 84 años ya ha hecho méritos más que suficientes para ser considerado como tal. Lo curioso de todo esto es lo actual que termina siendo Before the devil knows you're dead, incluso más vigente y contemporánea y al día que muchas obras de jovencitos made in MTV. Hay de todo: sexo en la pantalla? check. Narrativa no lineal? check. Edición tarantinesca? check. Secundarios marginales? check. El guión ayuda bastante, pero la mano del director se ve por todos lados. Tal vez la peca que se le puede encontrar es el uso reiterado e innecesario de los saltos temporales a lo largo de la historia: luego del tercer o cuarto flashback el truco resulta tan novedoso ni atractivo.

Y aún así, son las actuaciones las que venden el producto mejor que nada, aunque me atrevería a decir que o bien el casting es uno de los más inspirados de la década, o Kelly Masterson había pensado exactamente en esos actores para su debut como guionista. Porque luego de la simple descripción de Andy y Hank, uno se da cuenta que Hoffman y Hawke corresponden perfectamente a ese identikit. Y ni qué decir del rostro perennemente desencajado y nervioso de Albert Finney, a veces simplemente sobrecogedor. Marisa Tomei, en un rol menor pero con discreto porcentaje de calateo (?), consigue hacer creíble y tridimensional a Gina, que de otra forma habría sido poco más de un expediente para enrevesar la trama.

En resumen, es un producto altamente recomendable, y las boobies constituyen la cereza sobre el pastel. Nunca mejor dicho.


Lust, caution (*** 1/2)

Extrañaba ver una película ambientada en la China ocupada por Japón antes y durante la WW2. Luego del one-two punch de The last emperor y Empire of the sun, en las últimas dos décadas no habíamos tenido grandes películas que se desarrollaran en ese espacio-tiempo. Cuando me enteré que Ang Lee ponía una pieza más en el incomprensible puzzle de su filmografía (encuentren rasgos comunes entre Sense and sensibility, The ice storm, Crouching tiger hidden dragon, Hulk y Brokeback Mountain... y no valen explicaciones freudianas!), armando un drama erótico de época entre Shanghai y Hong Kong en los '40s. Count me in!

Wang (Wei Tang) es una joven estudiante que termina involucrada en una improvisada pandilla de la resistencia anti japonesa, en gran parte por su atracción por un colega politizado, Kuang (Lee-Hom Wang). La primera víctima de su lucha es individuada en Yee (Tony Leung), un colaboracionista al cual tienen acceso a través de su personal de seguridad. Wang finge ser la esposa de un exportador de éxito llamado Mak (Johnson Yuen), e ingresa sin mayor esfuerzo en el círculo social (y té de tías adjunto) de Yee, logrando atraer inmediatamente la atención del impasible funcionario. Pero cuando la sangre parece a punto de llegar al río, Yee se manda mudar y la operación queda cancelada, la banda desbandada, Wang vuelve a ser Wang... hasta que unos años después las circunstancias la obligan a regresar sobre sus pasos, hasta convertirse en la amante (y posible asesina) de un Yee cada vez más aliado de los invasores.

A lo que íbamos: sí, las escenas de sexo son realmente escandalosas, por lo menos para el nivel de erotismo acostumbrado en una pantalla grande agobiada por la censura; he visto softcore mucho más recatado de lo que muestra Lee. Es más, me aúno a quienes sospechan que algo ahí no cuadra con los parámetros de la ficción, la actuación, la simulación. Para decirlo à la créole, Mr. Leung se la ha pasado cañón (?) y ha metido sus buenos golazos (??), y que no me vengan después con que ser actor es un trabajo sufrido, porque, las cosas hay que decirlas como son, Ms. Tang es todo un bombón, y de esos súper flexibles, para más inri. Bien ahí (?).

Lo que nadie en el populorum destaca (asumiendo que dicho populorum tenga idea de la existencia de esta película, lo cual dudo) es que, más allá de los sudores y los humores vertidos en esas escenas, hay un desarrollo de personajes efectivo como nunca, sin que se requieran palabras ni grandes gestos: basta un catre y algunas toneladas de hormonas. Porque los dos amantes apenas si intercambian miradas en su vida diaria, restringida por los parámetros familiares y funcionales de Yee, pero entre las sábanas su relación sale a la luz de forma perfectamente lograda. Y todos los arrumacos, revolcones, toma y daca (?), tuya mía (??), pa' tí pa' mí (???) al final reemplazan páginas y páginas de eventuales diálogos hipersacarosos. No es casualidad que cuando estos dos empiezan a encariñarse... a todos les resulta bastante evidente que se acerca la catástrofe.

Ang Lee, a estas alturas de la vida, no tiene ya que demostrarle nada a nadie, así que me parece genial que siga con su zigzagueante camino a través de géneros, épocas, países, estilos, censuras. El hombre sabe como contar una historia, punto y a parte. Tony Leung, por su parte, me sorprende en cada película en que lo veo. Para los que no lo ubican, era el equivalente de Leonardo di Caprio en Infernal Affairs (remakeada por Scorsese en The departed) y el maestro espadachín reflexivo y casi zen en Hero: nada haría pensar en que lograría meterse tanto en la piel de un despiadado (y medio sexópata) traidor de su patria, con todas las contradicciones imaginables en un personaje así. Pero la que se lleva el premio mayor es la ostracizada Wei Tang, boicoteada en patria por la impávida exhibición de sus encantos y retuerzos; pero hay mucho más detrás de eso. Revisen, en particular, su actuación en la obra de teatro al principio de la película, y sobre todo las interminables partidas de mahjong con la esposa de Yee (Joan Chen) y sus amigas. Esta chica tiene futuro y tiene mi voto.

Me parece que lo único que le faltó a Lee fue comprimir un poco la historia, porque la duración que tiene es, por decirlo de alguna forma, poderosa (157 minutos). Hay partes que con una edición un poco más estricta habrían subrayado mejor el impacto de los puntos realmente importantes, incluyendo, por supuesto, toda las proezas amatorias de los protagonistas... Pero Lust, caution tiene méritos de sobra para ganarse la paciencia del espectador. Y a los que no les basta, fast forward hasta que empiece el festín...


lunes, 12 de enero de 2009

Cinemática

Lanzando el enésimo proyecto que muy probablemente quedará trunco por falta de tiempo, he decidido empezar una sección de reviews de bolsillo de las películas que vaya viendo, y tal vez ir recuperando algunas de años pasados; agregando aquí y allá alguna noticia de Hollywood que me parezca interesante. En línea de máxima, retoma lo que hice alguna vez con los posts de Cinemiscellanea (parte I y parte II), pero esta vez siguiendo exclusivamente los ritmos de mi visión de los films y no de sus estrenos. Y a ver qué sale.

Esta semana he visto dos películas: In Bruges, debut del aclamado autor teatral Martin McDonagh, con Colin Farrell, Brendan Gleeson y Ralph Fiennes; y Seven pounds, segunda cinta americana de Gabriele Muccino, con Will Smith y Rosario Dawson. En las news, lo importante fue la entrega de los Golden Globes, ayer en la noche.


In Bruges (****)

Hay muy pocas veces en que una película logra tomarme completamente desprevenido, con la guardia baja, los pantalones en los tobillos. Sigo con demasiada atención los chismes de este mundo y los puntos de vista encontrados sobre los estrenos como para no tener una expectativa más o menos formada sobre lo que voy a ver. En numerosas ocasiones lo que observo se disocia de lo que esperaba, pero dentro de un rango normal, aceptable, diría yo hasta lógico, considerando esa historia que de gustos y colores, bla bla bla. Pero en este caso, ha sido como pedir pizza por delivery, recibir algo que asemeja en todo y por todo a una pizza, y a la hora de comerla darse cuenta que es en realidad un postre sublime, dulce, delicioso, algo que nunca podrá olvidarse... si antes no se ha devuelto el envío con amenazas de muerte al repartidor, claro está.

Ray (Colin Farrell) y Ken (Brendan Gleeson) son dos criminales de medio pelo, enviados por su boss, Harry (Ralph Fiennes), a un exilio temporáneo debido a la metida de pata espectacular de Ray en su primer trabajo. El lugar de retiro, como se deduce del título, es la medieval ciudad belga de Bruges, en la cual el tranquilo y bonachón Ken encontrará suficiente interés cultural como para no aburrirse, mientras Ray, agobiado por el remordimiento, se sentirá peor que un león enjaulado. Sus encuentros con una horda de entrañables personajes (un actor enano norteamericano adicto a los sedantes para equinos, una pareja canadiense muy susceptible a las leyes anti tabaco, una pusher belga y su novio skinhead, un armero ruso preocupado por detalles lingüísticos anglófonos, y un largo etcétera) terminará dando un poco de sal y pimienta a ese tour obligado... hasta que llega la fatídica y esperada llamada de Harry, y a partir de ahí las cosas se van (a veces literalmente) por la borda.

Martin McDonagh es un exitoso plawright londinense de origen irlandés, autor entre otras obras de The lieutenant of Inishmore, recientemente propuesta en un teatro local; en los últimos tiempos, sin embargo, parece haber dejado de lado las tablas por el écran con resultados encomiables, como testimonian el Oscar a mejor corto del 2006 con Six shooter (también protagonizado por Gleeson) y este promisorio debut en el largometraje, nominado a 3 Golden Globes. Y ha sido justamente la colocación de la película en la categoría de Comedia / Musical para esa ceremonia lo que terminó de desubicar mi percepción previa de In Bruges: porque se vea por donde se vea, ésta no es una comedia. La definición más apropiada que se me ocurre ahora es algo como descorazonador y desesperado drama de redención humana, con diálogos agudos y ocasionalmente muy cómicos. Pero supongo que todavía no inventan esa categoría en los premios de Hollywood, o sea...

Hay muchas cosas que loar en esta película. El guión, in primis, que se regocija en soltar ideas, personajes y frases memorables en la forma más disparatada y aparentemente anárquica posible, para luego atar esos cabos dispersos, de uno en uno, generando una resolución fatalística y, por momentos, casí lírica. Nada es lo que parece y sin embargo todo tiene sentido desde el primer minuto, o algo así: hasta el misterio sobre el grave error de Ray, que en una película menos lograda se habría retenido hasta el último instante a fin de aumentar el suspence, se revela a tiempo para entender a la perfección el sentido de culpa que atenaza a un chico inseguro y al borde del precipicio.
Gran parte del mérito en la verosimilitud del personaje va a Colin Farrell, que resurge a los fastos de Tigerland o Phone booth, cuando era la next big thing del cine, recordando que detrás de ciertos comportamientos dudosos, o erráticas elecciones de personajes, se esconde un estupendo actor. Brendan Gleeson, abonado a roles de gigante tonto (Braveheart, Gangs of New York, Troy), convierte a Ken en un profesional sensible, calmado, preocupado por el lento descalabro emocional de su pupilo, y con sus propios demonios por exorcizar. Finalmente, Ralph Fiennes se roba el show con el retrato nervioso y agresivo de un jefe que no está acostumbrado a recibir negativas, y sin embargo es capaz de ser fiel a una ética, retorcida y personal cuanto se quiera, pero al fin y al cabo comprensible.

In Bruges es una película entrañable y rica de texturas, una agradable sorpresa que se va explicitando en cada esquina, tal y como sucede a Ray con la ciudad homónima: y es imposible resistir semejante encanto.


Seven pounds (*** 1/2)

Si hay algo que detesto en una película es que me reiteren un punto hasta causarme náuseas, y peor aún si se hace con el intento notorio de extraerme lágrimas de forma subrepticia. Siempre he pensado que una cinta tiene que ganarse los sentimientos que genera, y no manipular adrede al espectador con truquitos de cuarta categoría. También le he agarrado cierta tirria a guiones innecesariamente enredados, cuya falta de linearidad es instrumental a esconder aspectos vitales de la trama para causar un big bang en el tercer acto. Es por eso que soy el primero en sorprenderme con el impacto crudo y devastador que se puede obtener jugando muy cerca de ambos límites, a veces casi sobre la misma línea. Y si Muccino se dejaba llevar por la corriente en su azucaradísima opera prima made in USA (The pursuit of happyness), aquí demuestra un pulso notable para frenar justo antes del barranco.

Ben Thomas (Will Smith) es un personaje misterioso y de comportamiento inestable, que establece contactos con personas muy distintas entre sí bajo una dudosa identificación de agente del IRS. El único punto en común de esos desconocidos: el sufrimiento, generalmente físico y en muchos casos aparentemente irreparable. Pero hay señales en el temperamento volátil de Ben que apuntan hacia su pasado, donde un evento oscuro lo ha marcado a fuego y lo empuja a completar un diseño que va emergiendo pieza a pieza. Y la relación con Emily (Rosario Dawson), una de las personas que aparentemente está auditando y a quien sólo un transplante de corazón puede dar esperanzas de vida, parece acelerar un proceso que venía tomando su tiempo.

Voy a poner las manos adelante: esta película no es perfecta ni mucho menos. El enfoque cada vez mayor en lo que sucede entre Ben y Emily obliga a dejar en la sombra a todo el resto del elenco, con personajes secundarios apenas trazados (dos escenas cada uno) y una acumulación de sucesos que, por lo tanto, parecen caer de la nada realmente excesiva: está bien la elipsis, no hay problema con no perder tiempo y páginas de guión sobreexplicando las cosas, pero todo tiene un límite en el balance mismo de la historia. En particular, están criminalmente subutilizados Barry Pepper en el papel de un abogado amigo de Ben, que lo ayuda en los detalles jurídicos de su plan (y que hubiera sido un magnífico enchufe del espectador en la historia, debido a su punto de vista privilegiado) y también Michael Ealy como su preocupado hermano; aunque en este caso la función pivotal del personaje en un twist cerca del final debe haber provocado una escisión consciente de su minutaje en la pantalla.

También hay que reconocer que no es fácil establecer una relación empática con el protagonista, debido a la inestabilidad mental que demuestra y al premeditado ocultamiento de sus reales intenciones por parte de los realizadores, llevando a que se llegue a un cierto punto de la trama sin mayor interés por lo que está sucediendo. Como dijo una señora a mi costado, ese tipo está loco. Y es difícil para una audiencia identificarse con alguien que hasta los últimos 10 minutos se comporta como tal.

Pero lo curioso del asunto es que estos problemas de guión (porque a nivel de story la idea es brillante y pertinente) terminan camuflándose a la hora de analizar el mero impacto emocional de la película. El lento y medido compás de las revelaciones permiten a cada quien llegar a prever, antes o después, lo que Ben quiere hacer: y mientras más pronto se entienda la motivación y por ende la desesperación que lo guía, mejor se puede absorber la profunda carga que genera la película. Will Smith y Rosario Dawson, por su parte, ponen todo y aprovechan cada segundo de metraje para que la sensación trágica que los permea se proyecte más allá de la pantalla, y lo consiguen con notable efectividad. En especial el personaje de Emily, mucho más positivo que el de Ben, termina constituyendo un oasis de serenidad en medio del drama que la rodea, y eso se debe principalmente a la notable actuación de Dawson.
Evaluar la performance de Big Willie resulta más complicada porque el personaje en sí es esencialmente incoherente en su proceder, y carece por lo tanto de una evolución ortodoxa dentro de los márgenes de la película. A ojo, creo que está un escalón debajo de sus dos actuaciones "serias" anteriores (es decir, sin considerar a Hancock), en The pursuit of happyness y I am legend. Lo cual no quiere decir que esté mal, ni mucho menos:

En resumen, Seven pounds es una película que recoge gran parte de su efectividad en el núcleo de la historia que quiere contar, donde rasga cuerdas cortantes y dolorosas, y en la capacidad de sugerir inevitabilidad, especialmente en el personaje de Emily. Se hubiera agradecido menos trampitas y truquitos y más carne en el guión, pero para lo que pasa el convento en L.A. no nos podemos quejar ni mucho menos.


News

Los Golden Globes dejaron varias cosas para el recuerdo. El premio a Heath Ledger como actor de reparto (no acepto apuestas sobre su segurísimo Oscar), el doblete de Kate Winslet cono actriz de drama y supporting (aunque viciado porque ambos papeles son en realidad protagónicos), y sobretodo la confirmación que Slumdog millionaire es el favorito prohibitivo para los Academy Awards (4 globos sobre 4 nominaciones, incluyendo las 3 grandes, película, director y guión). La presencia sarcástica de Ricky Gervais y Sacha Baron Cohen, que confirmaron que el humor británico se come vivo al americano. El efecto botox en muchos rostros del público (Eastwood y Weaver über alles). El considerable bajón de peso de Tom Cruise. El vacío total de premios de The curious case of Benjamin Button, Frost/Nixon, Doubt y Milk (que ni había sido nominado), firmes candidatos a la quiniela de mejor película en quince días. El triste hecho que Demi Moore se veía más joven que su hija, a la sazón Miss Golden Globe 2009.

En vista de los Oscars, creo que la avalancha de nominaciones para The dark knight por parte de los gremios (hasta el momento productores, directores, sonido, guión, actores, cinematógrafos) aseguran su nominación a best film, y probablemente varios premios técnicos, además del esperadísimo reconocimiento a Ledger.

Por otra parte, el éxito en el box office en cierta medida sorprendente de Gran Torino creo que le ganará una nominación a Clint Eastwood como mejor actor. Pero la película puede haber salido (o haber sido dejada salir) demasiado tarde para cambiar la marea.

viernes, 9 de enero de 2009

Futuro

Y concluyo la trilogía de posts-bisagra (?) de fin/inicio de año con una mirada a lo que espero poder hacer en el 2009. No sé si son buenas intenciones o previsiones o pronósticos o cualquier otra cosa, porque en verdad tengo un record inimitable de proyectos estructurados hasta el último detalle y que luego, por un motivo u otro, jamás llego a concluir (y a veces ni a empezar...); por otra parte, muchas veces he logrado armar grandes resultados improvisando ad libitum frente a sucesos inesperados. Así que siempre le he tenido un poco de alergia a proponerme con seriedad una startline de metas al empezar al año: lo más probable es que no las cumpla y que termine ocupándome en cualquier otro propósito. Y al no tener objetivos contra los cuales comparar los resultados, no hay decepción, no hay pendientes, todos quedamos como shiny happy people (?).

Pero esta vez quiero dar un paso hacia la formalidad (?) y cumplir con las enseñanzas de los grandes generales de antaño, y lanzar este año una gran campaña ofensiva hacia objetivos fácilmente medibles y que redunden en beneficios importantes para este ejército, perdón, suscrito (?). Schwerpunkt a go-go, he dicho (?). Así que paso al mapa, muevo las fichas y presento al público lo que intentaré hacer en este año, al menos hasta que el General Invierno no me detenga a las puertas de Moscú... que trasladado al hemisferio sur equivaldría a que el Mariscal Verano me aguante en la entrada a las playas del Pacífico.

1. Operación Correa: tengo que bajar de peso urgentemente. No estoy en sobrepeso ni hay indicios de problemas inmediatos al respecto, pero en verdad he salido de las fiestas con un remolque encima, por lo menos psicológicamente hablando. Y siempre he estado más cerca de la flacuchentería que de la cachetonería, así que tengo que volver al estado natural de las cosas a la brevedad posible. Como hacerlo, es el dilema, porque mucho depende de la disponibilidad de tiempo que logre juntar durante el año: a mayor capacidad de maniobra, el abanico se amplía de forma sucesiva. Creo que al menos hasta que no convoquen a una nueva 10K no voy a volver a correr en las mañanas, algo que me obligaba a acostarme temprano; con los horarios que tengo a la oficina es impracticable. Pero tal vez tome prestada la bicicleta estacionaria de mi esposa al volver del trabajo, y podría complementarlo con unas rutinas saturadas de abdominales (que normalmente usaba sólo como relleno de ejercicios con pesas). Y claro, lo más simple, bajar el caloriaje (??) de forma drástica. O al límite, dejar de comer de vez en cuando: pero este último sería el Álamo de la Operación, el bunker de la Cancillería en el cual refugiarse si todo falla y no hay más alternativa que el suicidio (?). Tiempo límite: mi cumple, porque la torta sí me la quiero atravesar de la peor forma....

2. Operación Asfalto: de una vez y por todas, parchar, aplanar, alisar, dejar brillante mi primera novela, que está en pleno pimping (?) desde el año pasado, sin haber pasado del capítulo 2 (de 21!). Se me pasó el tren del concurso nacional de novela (el plazo de entrega vence a fin de mes), pero creo que luego del memorable semi triunfo del año pasado podría a empezar a hacer la ronda de las editoras y tentar suerte. Ahora bien, esto sí requiere tiempo, constancia y convicción, cosas que difícilmente podría agrupar durante la semana. Tal vez sería bueno asignar algún momento del fin de semana de forma exclusiva a avanzar con esta Operación. Pero esto va en plan largo aliento y tranco corto (?): me doy plazo hasta terminado el tercer trimestre.

3. Operación Aracne: tengo que hilvanar los cientos de historias que quiero contar en la novela épica que se me ha ido ocurriendo hace un buen tiempo. No me refiero ni lejanamente a empezar a escribirla, porque a ojo va a terminar siendo una producción en gran formato, ilustraciones en litografía, tomos empastados y full technicolor (?). Pero ya es hora de estructurar la trama, que va a ocupar un scope de aquellos, y cuando digo aquellos me refiero a niveles huge, enormous, gargantuan, colossal (nod nod a los fans de Calabozos y Dragones), algo a lo David Lean mezclado con Cecil B. de Mille, más toques de Victor Hugo, Tolstoj y García Márquez. Más de un siglo en la vida de una familia, con todos los clichés del caso: amor, muerte, revoluciones, guerras, traiciones, y varios revolcones aquí y allá. Tal vez termine siendo como la película sobre Napoleón que Kubrick nunca completó: pero vale la pena intentarlo. Espero tener una sinopsis tentativa para los feriados de invierno.

4. Operación Argos: necesitaré cien ojos o tal vez más, pero tengo que rebajar lo antes posible la columna de DVDs que todavía no he visto, e ir revisando los numerosos extras en los demás. Si cada mes entran, en promedio, 10-12 películas, calculo que deben ir saliendo por lo menos unas 20. En los fines de semana está la clave: volando unas 3-4 en cada uno, todo es posible. Y no descartaría tampoco cruzar esta Operación con la primera, porque podría aprovechar el tiempo en la cyclette con adelantar un poco del trabajo audiovisual (?). Me tengo fé: para fin de año (??) debe desaparecer el stock de films por visionar.

5. Operación Piggy: luego de tres años de inversiones y endeudamientos colosales, empezando por la compra del departamento, su amoblamiento completo, los equipos faltantes y finalmente el auto, parece que (salvo los televisores HD y relativos lectores Blu-Ray) se ha acabado la parte fea y, con ciertas limitaciones, se podrá volver a ahorrar algo. Igualmente, el heavy lifting en la compra de DVDs de años pasados está hecho, y quedarían pendientes de compra sólo los estrenos del año en curso, algo factible, viable, finalmente económico. Y sin la menor idea de en qué se terminará gastando lo ahorrado (Caribe II?), la idea fija es rellenar el chanchito para fin de año.


Falta, como es obvio, alguna referencia a este blog. Creo que no sería necesaria: de una forma u otra, por las buenas o las malas, esto va a salir a flote nuevamente. No es una buena intención, es una realidad. El tiempo me dará la razón (?).


lunes, 5 de enero de 2009

Rew

Luego de listar el top 5 de protagonistas del 2008, me dedico a un poco de sana introspección (?), a una suerte de colonoscopía del alma (??) y procedo a evaluar los momentos cumbre del año que ha pasado, dentro de los límites microscópicos de mi vida. Haciendo una panorámica desde la cumbre de estos primeros días de enero (?), podría decir que fue un año de sensaciones encontradas. Lo empecé embalado, saliendo de mi boda (y relativa noche de bodas) con todo el envión anímico que supone el dejarse atrás meses de trámites y gastos literalmente escalofriantes, y por lo tanto con un optimismo atroz delante a mis ojos. Además, al venir de dos ciclos de 5 años (1994-1998 y 1999-2004) muy bien definidos por motivos geográficos, educativos, emocionales, alimentarios, y un largo etcétera, sentía que el 2008 constituiría un cierre igualmente significativo. Y como lo fue sólo en parte, queda una pizca de desilusión no del todo merecida.

Tengo que reconocer que el 2007 arrastró y adelantó etapas que habrían aportado a un fin de lustro realmente masivo. Entre otras cosas, mi ya citado matrimonio (en agosto y diciembre),la mudanza a un novísimo departamento (febrero), la conclusión de mi primera e irregular novela (febrero), el debut en el atletismo de fondo (noviembre). Por ejemplo, creo que si boda y mudanza hubieran caído en el 2008 no tendría dudas en decir que este año marcaba un punto y a parte en mis futuras memorias. Lo que tengo ahora entre las manos es un período más largo y elástico en el que se están engarzando varios sucesos tópicos.

Pero bueno, soltemos las amarras y proa al sur. Top 5 de life defining moments del 2008:


5. El frenazo del blog


Si algo había caracterizado al 2007, era mi asidua presencia en la red. En algún momento llegué a postear diariamente, cosa que ahora no deja de asombrarme... pero ya en noviembre y diciembre de ese año sentí la necesidad de poner frenos y paños fríos a una frecuencia insostenible de publicación, coincidentemente con el incremento de la carga de trabajo en la oficina. En el 2008, no voy a darle vueltas al asunto, estuve a punto de dejar de lado el blog. No fue culpa sólo del tiempo a disposición cada vez más escaso, o de mi distracción en otras aventuras de corta duración (como el segundo blog, En Garde!, que no duró más de unas semanas), sino también de una ronda de ataques masivos de fans de Tokio Hotel al postear un video suyo, y sobre todo un comentario venenoso, injustificado y delirante a mi crítica de Alien vs. Predator, que realmente me hizo cuestionar la necesidad de mantener en vida el blog. Y cuando todo parecía perdido, un comment inesperado a mi (hasta ese momento) último post, justo empezando el año, me devolvió la sonrisa y las ganas de publicar. Flaco, quien quiera que seas y donde quiera que estés, gracias por existir: este blog te debe una enormidad.


4. Mi primer (casi) premio literario.


De la nada, luego de un par de malas experiencias, un cuento enviado sin mayores pretensiones al Concurso 2008 Palabras me ganó una mención honrosa. Al fin había muestras de que mi vocación tenía algún sustento en la realidad y, tal vez, hasta un público. Alguna premonición al respecto la tuve, porque las continuas postergaciones en la emisión del veredicto final provocaron auténticos desbalances hormonales dignos de una telenovela mexicana. Y cuando ya nadie apostaba a una resolución rápida y sobre todo positiva del asunto, la noticia, la invitación a la gala, la premiación. Satisfaction. Si semejante éxito (?) me hubiera impulsado a escribir de forma más constante y comprometida, y la editora hubiera cumplido con publicar la antología del concurso, esta entrada estaría más arriba. Al ser, por el momento, un one hit wonder, se queda en este lugar.


3. El auto.


Por fin, al borde de los 30, logré cumplir el sueño del auto propio (modo comercial de banco ON). Noviembre marcó el fin de una época marcada por autobuses apestosos, taxistas abusivos, cruces peatonales arriesgados y la independencia casi total de las fluctuaciones en el precio del petróleo. Ahora tengo que fijarme todos los días en la variación en el precio de los combustibles: damn. Ni qué decir del obtuso tráfico citadino: re-damn. Pero tener la libertad de tomar el volante e ir a donde quiero, a la hora que quiero y por la ruta que quiero, no tiene precio.


2. El viaje de mi hermano

En un post drámatico, taumatúrgico, catártico y lacrimógeno, canalicé las emociones generadas por la partida de mi hermano hacia nuevos horizontes. Creo que fue uno de mis mejores artículos, así que en plan Paganini no reiteraré los detalles, ni agregaré más palabras: denle una leidita para estar al tanto. Mensaje al prófugo: Dude, se te extraña, pero hiciste lo correcto. Keep walking.

1. I love Amazon
Lo sé, puede parecer una frivolidad absoluta, pero si algo caracterizó al 2008 (en un trend iniciado a finales del año anterior) fue mi adicción irremediable a las compras en internet, y más específicamente en amazon.com. Mi videoteca tiene más variedad que una tienda profesional, mi biblioteca se ha enriquecido con textos de otra forma inubicables, mi discoteca no tiene espacios en blanco. Es una revolución copernicana de implicancias infinitas y en muchos aspectos aún por definir. Pero está claro que cuando esté jubilado y revise lo que me rodea, muchísimas cosas tendrán algo en común: la etiqueta Amazon, 2008.


En un próximo post, top 5 de buenas intenciones para el 2009...

domingo, 4 de enero de 2009

Nuevo

2009. Un año más que mueve sus primeros pasos, cobijado por el calor asfixiante de estos días y cargado de esperanzas y expectativas... como todos los que lo antecedieron. La esperanza es lo último que quedó en la caja de Pandora, algo así como el borde crujiente de una pizza, la pasta de tomate que sobrevive a un plato de spaghetti, el fondillo azucarado que queda en una taza de café: un pequeño detalle sorpresivo, inesperado, excepcional, que llega cuando crees haber terminado con todo lo que habías estado buscando.

Y si es así, es evidente que consideramos a cada año nuevo como una extensión de lo que ya sucedió, de lo que ya vivimos, en una secuencia ininterrumpida de días y noches que sólo el periplo de nuestro planeta alrededor del sol y las convenciones sociales deciden particionar entre el 31 de diciembre y el primero de enero. Por lo tanto, es necesario empezar por el final y estudiar bien que pasó en los 365+1 días que, para los anales, quedarán registrados como el 2008.

Así que sin más, paso a consideración la reseña del top 5 de Protagonistas (con P mayúscula) del año que ha pasado.

5. Blu-ray
Al fin se acabó la guerra de los formatos de alta definición, que amenazaba con tirarse abajo el futuro de la industria del home entertainment, y los bolsillos de los fanáticos como yo. Como siempre pensé, el ganador fue el bebé de Sony, pero la dinámica con la que se dieron los hechos no fue la que esperaba. Mi teoría era que un éxito descomunal de la Playstation 3 sería el pontón de desembarco ideal para el rayo azul (?) en las casas de todo el mundo: pero al parecer por ahí no fue la cosa, porque la consola no fue el bombazo que creíamos, el Wii se la llevó puesta (?), y aún hoy el mercado está algo incierto en cuanto a su mayor o menor éxito.

Pero la clave estuvo en el transfuguismo descarado de los estudios de Hollywood que apoyaban al HD-DVD, que se lanzaron a los brazos (y los yenes) de Sony de un día a otro y en rápida escalada; en una semana o poco más se había cerrado la batalla, la guerra, el enfrentamiento, hasta el mínimo indicio de duda. Toshiba, nice try, sigue intentando (?). Habemus formatum: ahora hay que ver cuanto jugo le sacan antes que los downloads se lo coman vivo.

4. El deporte español

Como es notorio, siempre he criticado la insoportable tendencia ibérica de inflar a sus exponentes deportivos a niveles estratosféricos, para luego buscar mil excusas al tener que enfrentar constantes y sucesivos fracasos: que el árbitro, que la lluvia, que la política, que la prensa... la verdad, excluyendo fenómenos muy puntuales (Indurain, por ejemplo), éxitos obtenidos de local y por lo tanto a tomar con cierto margen (Euro '64 y Barcelona '92) y los triunfos de equipos de fútbol copados de estrellas extranjeras, España nunca fue una verdadera potencia mundial; a lo mucho, una honorable segunda fila en ámbito europeo.

Pero poco a poco, la acumulación de talentos ha llegado a un nivel de saturación insospechado y vastísimo, que este año ya ha rozado lo alucinante, si hasta su selección de fútbol ha conseguido superar su etiqueta de eterna promesa... y eso que uno de los genios más puros, Alonso, no ha tenido los medios para ser competitivo. Pero Nadal, Gasol, todos los deportes de equipo, la Davis, el ciclismo... ha sido un dominio aplastante. Cuando se tirarán abajo a los chinos del ping pong? Sólo el tiempo lo podrá decir; aunque me imagino que los (patéticos) diarios deportivos españoles ya deben estar buscando a su nuevo y desechable candidato.

3. Las películas de superhéroes

The dark knight (530 M $) llegó a un tiro de piedra del récord de recaudación all time de Titanic, dejándonos una interpretación inolvidable y oscarizable de Heath Ledger y, finalmente, una adaptación seria de un comic. Ironman (318 M $) devolvió a las plateas a un Robert Downey Jr. finísimo y finalmente en grado de dejar de lado sus problemas personales y convertirse en la estrella que nunca tuvo que dejar de ser, además de constituir el mejor primer capítulo de una franquicia desde Spiderman, dándose el lujo de dejar atrás en el ranking anual al esperadísimo retorno de Indy. Hancock (227 M $), aún constituyendo un film fallido en muchos aspectos, recaudó el doble de lo que esperaban sus fans más acérrimos y dio una interesante vuelta de tuerca al género (al menos en su primera mitad... los últimos 40-45 minutos son olvidables). The incredible Hulk relanzó una franquicia que Ang Lee había dejado en coma, y Hellboy II demostró que Guillermo del Toro tiene la palette necesaria para hacer magia en The hobbit.

En marzo, disputas legales permitiendo, Watchmen, probablemente el mejor comic de todos los tiempos, llega a la pantalla. En ese momento sabremos si el 2008 fue un genial disparo al cielo o el punto de quiebre definitivo que se necesitaba para dar credibilidad y reconocimiento a un filón muchas veces ninguneado por la crítica.

2. La crisis.

En cualquier otro año, ésta ganaba y con amplio margen. Todos sabían que las cosas iban mal, todos vieron como empeoraba, nadie hizo lo necesario en su momento, nadie sabe como vamos a salir del atolladero. Bancos de inversión paradigmáticos se han hecho humo, junto con millones, billones, trillones de dólares, la recesión amenaza al planeta, no hay confianza en el sistema, Madoff puso su cuota (?), y ahora a juntar pan para mayo... y en junio qué se hace? Una herencia indeseable más de Bush, que por suerte ya se va.

Por eso y muchas cosas más...

1. Obama

Cualquier otra opción hubiera resultado ridícula. Es que su surgimiento, afirmación y triunfo en las elecciones presidenciales USA representa una auspiciosa novedad para todo el mundo. Y no, no me refiero al tema racial, que francamente me parece sobredimensionado considerando que Mr. O no es el clásico afroamericano ni por origen ni por crianza. Pero tener en el sillón más poderoso del mundo a alguien inteligente, educado, deportivo, capaz de hilvanar sus ideas sin recurrir a muletillas aburridas, es todo un (notorio) avance. Carter era inseguro, Reagan un cowboy irreflexivo, Bush Sr. soso y simplón, Clinton pícaro y demasiado avezado, y Bush Jr. ... mejor ni empezar. Tal vez si Al Gore hubiera ganado hace ocho años hubieramos tenido un precedente asimilable, por no hablar de un mundo mejor, pero en la vida real Obama es el primero.

Sin ánimo de ponerme pesado con mis credenciales de áugur (ya suficientemente probadas en el pasado), quiero resaltar que cuando lo oí hablar en la convención democrática durante la campaña de Kerry anuncié que el chico tenía futuro, y en un raptus de locura, afirmé que era el primer negro realmente presidenciable que había conocido. Creo que me espera una carrera de talent scout en partidos políticos...


En el próximo capítulo, top 5 de mi vida en el 2008...
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Y los incautos a la fecha son...