martes, 27 de marzo de 2007

Los mapas del tesoro

El trabajo hoy es particularmente agobiante. Pero como no quiero dejar a nadie sin un bit de información útil, entretenida y particularmente curiosa, les recomiendo vivamente el blog de Strange Maps. Es uno de los sitios más interesantes que he podido encontrar en la red, y en los últimos días acaba de superar las 500 mil visitas.

Lo excepcional de esta página es que se dedica exclusivamente a publicar mapas bizarros, y tomando este término en toda la amplitud de sus acepciones. Hay de todo: planes megalómanos de dominio del mundo por parte de las grandes potencias, ciudades repartidas esquina por esquina entre dos países, clamorosos errores geográficos presentes en la cartografía antigua, descripciones de utopías literarias, etc etc.

En realidad vale la pena darse un paseo por sus más de 90 posts, mejor aún si se sabe un poco de inglés, porque las didascalías y comentarios que se adjuntan a los mapas son sumamente informativos y brillantes. Por ejemplo, dudo que alguien sepa que los nazis lograron establecer bases en la Antártida, o que Alemania Oriental aún existe, o cómo es la geografía de El mago de Oz, o la de 1984, la famosa novela de George Orwell. Es para pasar noches enteras frente a la pantalla.

Los mapas siempre han sido una afición personal. Tengo al menos media docena de atlas históricos, algunas enciclopedias geográficas, una colección de mapas de los mundos de Tolkien; me apasiona enormemente ver como cambian las fronteras durante y después de las guerras, la profundidad de las conquistas, los extensos contraataques, grandes superficies de colores contrastados, flechas convergentes, límites punteados. Por otra parte, soy un fan de los juegos de estrategia, in primis el fantástico Risk, que justamente se juegan sobre tableros que representan los mapas de territorios; y como si no bastara, uno de mis libros favoritos es La vuelta al mundo en 80 días y entre mis primeros recuerdos nítidos de la infancia figura una gigantesca ofensiva anfibia de soldados de juguete sobre un mapa de Oceanía, tratando de conquistar la península de Cabo York desde el golfo de Carpentaria.

Sin duda, haber encontrado un sitio tan afín a mis gustos ha sido un auténtico lujo. Entre tantos mapas, a uno le entran ganas de perderse.


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