miércoles, 4 de julio de 2007

Dos x dos

Se puede jugar bien y clasificar, se puede jugar mal y ser eliminados: si el fútbol fuera un deporte regido por leyes lógicas, eso sería lo normal. Para el peruano, en cambio, no hay nada más familiar que jugar bien y perder, y estar felices por eso. Es un imprinting cultural perfectamente establecido. La completa novedad, que nos toma a todos de sorpresa, es jugar pésimo y sin embargo pasar el turno, al mejor estilo italiano; con la salvedad que Italia lo hace defendiendo de manera implacable y lanzando contragolpes mortíferos. Nosotros no: simplemente jugamos mal en todas las líneas y aún así nos hemos dado la maña de clasificar. No por nada bizarro hace rima con Pizarro.

El resumen del partido se hace muy fácil. Excluyendo una chalaca de Guerrero en el primer tiempo y un cañonazo del Bombardero en el segundo, los 90' se jugaron hacia un solo lado de la cancha, el nuestro; Bolivia dominó totalmente el partido, obtuvo neta superioridad en los tres sectores de la cancha y generó innumerables ocasiones de peligro, cuya eficacia se vio limitada sólo por sus escasas dotes en fase conclusiva. Por su parte, Perú fue un desastre inmitigable: desatento en defensa, nulo en la volante, raquítico en ataque. Luego del gol de Moreno en la enésima desbandada de la zaga blanquirroja (24'), un testazo de Pizarro ponía las cosas en igualdad, de forma inmerecida, tras corner de Mariño (34'); pocos minutos después el sacrificadísimo Farfán (ni un solo tiro al arco en acción de juego en toda la Copa, gracias a la función de volante mixto que le inventó Uribe) se lesionaba y salía del campo, no antes de que el banco peruano esperara un puñado de minutos en los que la Foquita sólo empeoró el esguince. Acto seguido, 2-1 de Campos en los minutos de descuento (45'), cambios erráticos del técnico peruano en el segundo tiempo, dominio total de los altiplánicos, expulsión del recién entrado Herrera (77') y finalmente el empate, nuevamente gracias a la cabeza de Pizarro (86').

Clasificamos como segundos en el grupo más débil de la Copa, y sólo por diferencia de goles. Ganamos a Uruguay por una serie de coincidencias, perdimos con Venezuela al no tener variantes de juego y por la estupidez de García, empatamos con Bolivia cuando merecíamos perder con buen margen. Jugando a un nivel mediano, se podían obtener 7 puntos, el primer puesto y un cuarto de final accesible, probablemente contra Chile; terminamos con 4, un segundo lugar milagroso y un cruce terrible contra Paraguay (6 puntos, 8 goles a favor y uno contra en 2 partidos) o Argentina (6 puntos, 8 goles a favor, 3 en contra). Hay algo que festejar? Probablemente sólo el retorno al gol de nuestro capitán y centrodelantero; a parte eso, no queda más que llorar.

Uribe demostró una vez más que su soberbia y testarudez termina destruyendo las pocas intuiciones útiles que le vienen a la cabeza. Enumeremos:
  1. Entendió que Perú no tiene el peso específico para plantear partidos de ataque, así que decidió dar prioridad al orden defensivo. Perfecto. Pero jugar con 5 stoppers, un sólo volante y cuatro delanteros no representa ningún orden: es un capricho. El resultado es que con ese módulo regalamos la volante al rival; Uruguay no lo aprovechó y le ganamos, Venezuela sí y nos ganó. Lo más probable es que a estas alturas todas las selecciones del mundo lo hayan entendido: cuál será el lógico resultado?
  2. Optó por la defensa a 3, algo que pedía hace años. Cool. Pero se olvida que ese módulo implica tener dos volantes laterales de ida y vuelta (la mejor Argentina utilizaba a Sorín y Zanetti, Brasil a Cafú y Roberto Carlos) que den salida por los costados, así que en lugar de llevar al menos un par de ellos decide llenarse de delanteros y stoppers (y un arquero de más): y terminamos con una trinchera de 5 defensas centrales en línea. Ergo, nula presencia en las bandas. Adicionalmente, todo módulo con 3 atrás lleva a poblar más la mitad de la cancha; pero, por lo expuesto, sólo se llevó a Bazalar (mixto) y De la Haza (contención). Increíble.
  3. Yendo por encima de los designios federativos, logró un acuerdo con Solano; pero para evitarse problemas, no lo llevó a la Copa, ni siquiera cuando la lesión de Vargas antes de partir nos indicaba que no teníamos un solo cursor lateral y que íbamos a necesitar alguien que sepa manejar jugadas de balón parado. Para obviar eso, retrocedió a Farfán treinta metros y lo obligó a patear corners y tiros libres. Que consiguió? Que nuestro delantero más goleador no marque un solo gol.
  4. Llegando al partido decisivo con Bolivia, y luego de la debacle contra la vinotinto, entendió que el módulo no podía mantenerse inalterable, y decidió jugar con línea de 4 para reforzar la volante, algo inapuntable. Pero luego quita al mejor defensa que tenemos (Acasiete) y lo reemplaza en el medio de la zaga con un marcador izquierdo en su debut con la selección (Villamarín), manteniendo a un central zurdo (Vílchez) de marcador izquierdo, cuando lo más simple hubiera sido invertir la posición de los dos últimos. Y lo peor: sus 4 volantes eran un destructor (De La Haza), un diez (Mariño) y dos delanteros habilidosos obligados a fungir de carrileros (Farfán e Ismodes). Viva la coherencia.
  5. Luego del patético espectáculo ofrecido ayer, decide desechar el módulo empleado contra Bolivia... pero sólo para volver al que usó en los dos primeros partidos, cuyas falencias nos hemos cansado de describir. Con el agravante que la lesión de Farfán y la suspensión de Rodríguez impiden asegurar los mismos resultados...
Luego de tanta crítica, algunas propuestas. Total, ya sabemos que Uribe es más terco que una mula y seguirá por su camino al desastre (salvo golpes de suerte como los del debut con Uruguay). Contra Argentina o Paraguay, desde mi punto de vista, sólo se puede jugar de una manera, y la lesión de Farfán indirectamente ayuda en ese sentido. Cuatro atrás (Vílchez, Acasiete, Villalta, Galliquio), dos volantes de contención (Bazalar y De La Haza), dos creativos (Mariño e Ismodes) y dos delanteros (Pizarro y Guerrero). Preferiría jugar con un 5-2-1-2, pero al no tener marcadores con salida por las bandas terminaríamos encerrados en un asedio constante, con siete elementos metidos en la cueva.

Mirando más allá, hacia las eliminatorias, me reafirmo en la necesidad, ya expuesta en detalle en este post, de jugar con 3 atrás, y la variable de utilizar 3 delanteros o sólo dos con un enganche. Hasta muchos de los nombres me parecen inevitables: el arquero debe ser Butrón, los tres defensas Vílchez, Rodríguez y Acasiete , los carrileros Vargas por izquierda y Solano por derecha. Las cinco incógnitas por despejar dependerían del rival a enfrentar. Contra equipos netamente ofensivos, sería bueno contar con dos volantes de contención, a escoger entre De La Haza, Torres y Cruzado, con Mariño de enganche y arriba Farfán y uno entre Pizarro y Guerrero; cuando se requiera más volumen de ataque, bastará un volante de contención, retrocediendo a Mariño algunos metros y planteando de forma conjunta a los tres magníficos de arriba. Lo bueno es que al parecer tenemos recambios aceptables: Villalta y Galliquio en la zaga, Hidalgo y Prado por las bandas, Ismodes como puntero habilidoso. Lo que nos falta es alternativas en la contención y la creación, que podrían obligarnos en caso de lesiones o problemas a jugar con un 4-4-2.

Pero en fin, el siguiente partido es el domingo y mañana se definirá contra quien. Las cosas no se preanuncian color de rosas, in primis por la actitud del entrenador de la selección; lo único positivo de esta aventura es que seguimos pasando la primera ronda de la Copa América, por quinta vez consecutiva (desde Bolivia '97), algo que no hay que desmerecer considerando que en las cinco anteriores (desde Argentina '87) sólo una vez se había conseguido ese objetivo (Ecuador '93). Por otra parte, sumando esas nueve ediciones anteriores de los pasados 20 años sólo tenemos una semifinal conquistada, justamente hace una década, luego de vencer a Argentina en Sucre. Las otras veces, sólo derrotas en los cuartos de final con México en Ecuador '93 (2-4) y Paraguay '99 (5-7 luego de penales) , y con el local Colombia en el 2001 (0-3).

Que el Altísimo ilumine a Uribe (aunque lo dudo) y sobre todo a los jugadores. Se necesita realmente un milagro para seguir adelante.


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