
Ojo, no me refiero a la victoria del Milan luego de un partido épico contra el Siena, de visitante (4-3, y contando que al minuto 81 estaban 2-2!!! Locura!!!). Tampoco me refiero al cumplimiento sobredimensionado de mis profecías sobre O Fenómeno, que fue la figura del match con dos goles, una asistencia y pinceladas capaces de aterrorizar a cualquier defensa.
El momento clou de Siena-Milan, y que me convenció a escribir este post, sucedió aproximadamente a los diez minutos del segundo tiempo. Tiro libre indirecto para los bianconeri más o menos a veinticindo metros de la portería, cañonazo de Maccarone... y tres segundos después la pelota está en el área del Siena.
¿Qué pasó? Simple: Gattuso ha salido disparado de la barrera al momento del primer toque, lanzándose en plan escudo humano sobre la trayectoria de la pelota; el misil lo golpea, tal como evidencia la repetición, en el bajo vientre, allá donde más duele; sin embargo, no sólo amortiza el impacto y se pone inmediatamente de pié, sino que hace un dribbling seco sobre un adversario antes de meter un pase de 40 metros a Oliveira, que se lanza al ataque. Una vez cumplida la misión, cae al suelo semiinconsciente por el golpe recibido.
Lo extraño es que el impacto no lo haya derribado inmediatamente, dándole tiempo para realizar los lujos que acabo de describir. La pregunta, por lo tanto, surge espontánea: es Gattuso en realidad un ser humano?
Durante el transcurso de mi vida, he tenido un puñado de ídolos futbolísticos que se han ido sucediendo en un imaginario trono, sujetos a mi total devoción. Marco van Basten fue el primero, hasta la terrible lesión que le truncó la carrera cuando se encontraba en un estado de gracia absoluta, combinando la potencia de su metro noventa con una técnica divina. Siguió Roberto Baggio, el más grande futbolista italiano de todos los tiempos, especialmente cuando podía jugar libre de esquemas tácticos que restringían su genio. Gabriel Omar Batistuta, el tercero, fue para mí el mejor delantero all time, segundo sólo al cisne holandés: en sus años en la Fiorentina le he visto hacer goles imposibles, absurdos, de ciencia ficción. A finales de los noventa, David Beckham representaba el renacimiento del fútbol inglés luego de casi un lustro de anonimato, gracias al más impresionante pie derecho de todos los tiempos y una habilidad única en el pase largo, hasta que decidió dejar Manchester y el fútbol serio para convertirse en un galáctico de la farándula en tierras españolas. El quinto y último rey ha sido Andriy Shevchenko, el tercer mejor nueve de siempre, infalible en el área, potente y completo como pocos, capaz de hacer goles de cabeza, pie derecho, izquierdo, penales, tiros libres, lo que fuera.
Cuando Sheva prefirió el Chelsea y los gasodólares de Abramovich, reduciéndose a la sombra de lo que fue en el Milan, el trono quedó vacante; durante los últimos meses me he preguntado quién, en estos años, había hecho méritos para ser el nuevo paradigma. Obviamente me limitaba a buscar entre los habilidosos, los magos, los refinados intérpretes del toque y el lujo.
Pensé en Francesco Totti, que es más completo y mejor plantado físicamente que Baggio, pero no tiene la continuidad que debe mantener un genio absoluto. En los últimos treinta años no ha habido un organizador de juego como Andrea Pirlo, que patea tiros libres como Maradona y desmarca como Cruyff, pero su función mixta en la volante termina por quitarle minutos de aire que le permitirían un par de regates y goles más por partido. Cristiano Ronaldo es la mejor aparición del último quinquenio, pero sus inéditos preciosismos terminan resultando, en la mayoría de los casos, vacuos y sin repercusión para el equipo. Zlatan Ibrahimovic es un clon de van Basten, y con un toque de locura extra, pero en los momentos claves suele ingresar a un estado de indolencia francamente insoportable. Ronaldo? Es imparable sólo cuando su galope gana momento, y el tiempo le ha ido restando explosividad. Ronaldinho? Desaparece cuando el viento sopla en contra. Messi? Lo he visto más tiempo en el quirófano que en las canchas. Lampard o Gerrard? Fallaron en los momentos críticos de su selección.




En el fútbol actual se vende mucho humo y poca sustancia, se ensalza el detalle egocéntrico y se olvida el juego de equipo, se alaba la bicicleta y se aborrece la barrida. Pero al celebrar las victorias, siempre hay algún héroe silencioso y anónimo que protege el área mientras los artistas hace sus bordados treinta metros más adelante. Es hora de reivindicar a esas figuras oscuras pero indispensables.
Por eso, ahora más que nunca, Gattuso es, a mi gusto, el nuevo rey del rectángulo verde. Long live the king!
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