viernes, 21 de septiembre de 2007

Redefiniendo el tiempo

Hace algunos días un visitante dejó un interesante comentario acerca de una información presentada en Los secretos de la Antártida - II. El párrafo incriminado es el siguiente:

"Angkor Wat, Camboya. Imponente complejo arqueológico compuesto por decenas de templos y canales, una inmensa ciudad en el medio de la selva. La disposición de sus monumentos arquitectónicos es una imagen perfecta de la constelación del Dragón, que surgía sobre esa ciudad el día del equinoccio de primavera del milenio XI a.C. Es notoria la presencia de esa figura mítica en las leyendas del Sudeste asiático."

El comentario es el siguiente:

"Aqui hablas del milenio XI a.c., y yo buscando por ahi veo que esa ciudad fue construida en el siglo IX despues de cristo, entonces hablamos de una diferencia de ¿2000 años? a mi eso no me cuadra, por favor que me lo expliquen"

Yo ya respondí al comentario en el mismo post, pero creo que es útil aclarar un punto que efectivamente no dejé del todo claro en esa oportunidad, así que voy a tratar de ampliar un poco las conclusiones que ya coloqué en Los secretos de la Antártida - IV, en los siguientes puntos, donde hablo de los eventos sucesivos al cataclismo que, alrededor del 10 000 a.C. (o XI milenio a.C) provocó la migración de los supervivientes de la Atlántida / Antártida hacia tierras más seguras:

"8. Una vez llegados a sus nuevas tierras, se habrían esforzado por dejar constancia de la fecha en la que su patria había sido destruida, intuyendo que la única forma de hacerlo, debido a las variaciones en los calendarios que se darían en el futuro, era notificando qué constelaciones se encontraban en el cielo en puntos y fechas relevantes, como el surgir del sol en el equinoccio de primavera (que por su significancia equivaldría a las 00:00 de nuestro primero de enero). Sabían que el conocimiento de la precesión de los equinoccios llevaría antes o después a identificar con exactitud esa fecha. Así tenemos monumentos en todo el mundo que representan o están alineados con esos tiempos.

9.
Lo más probable, sin embargo, es que esos primitivos civilizadores no hayan realizado los monumentos, limitándose a planificarlos con todo el detalle posible. Así mismo, debido a los problemas intrínsecos y al atraso de los pueblos que los recibían, no pudieron reconstruir su tecnología más avanzada, limitándose a lo básico para la supervivencia, empezando por la agricultura (revolución neolítica) y la arquitectura básica (primeras ciudades). Seguramente colocaron sus herramientas o máquinas en lugares seguros, para ser utilizadas cuando sus atrasados alumnos pudieran emplearlas. Pero en pocas generaciones esos secretos serían olvidados, quedando sólo un recuerdo mítico, archivado en leyendas.

10.
Algunos miles de años después, en las zonas del globo más adelantadas en esa época, se dio el redescubrimiento de esa tecnología, lo cual llevó a la realización de los grandes planes ideados años atrás. Sin embargo, al no saber como efectuar el mantenimiento de esas máquinas, o no poder extraer las fuentes de energía necesarios, no fue posible replicar ese avance tecnológico. Por eso hay casos como el de las pirámides de Egipto, que se generan en toda su magnificencia en pocas décadas, alcanzando su pico muy rápido y con pocos e irrelevantes antecedentes, antes de decaer de manera abrupta, incluso durante la construcción de los edificios, sin que se pudiera construir algo similar nunca más. De esta manera, la tecnología de los Atlántidos o Antárticos terminó por regresar definitivamente al olvido."

La clave del salto temporal que el lector individuaba, y que no son 2 mil años en el caso de Angkor sino casi once mil, es entender un hecho: es IMPOSIBLE afirmar que los monumentos citados (Pirámides de Gizeh, Tiwanaku, Angkor Wat, y muchos más) fueron construidos por esos supervivientes. Sería algo tan loco como suponer que son obra de extraterrestres. Claro, algunos casos son muy sospechosos (la Esfinge, por ejemplo: hay alguna respuesta lógica a su evidente erosión pluvial, imposible antes de las fechas indicadas?), otros son discutibles, pero en línea de máxima yo no creo que semejante esfuerzo ingenierístico, arquitectónico y tecnológico haya podido ser realizado por unos pocos y maltrechos grupos de náufragos.

Lo que es innegable es que esos personajes llegaron a los lugares y dejaron allí algo muy específico que, siglos y siglos después, permitió la construcción, casi de la noche a la mañana, de complejos monumentales únicos en su género. Qué fue? Yo creo que como mínimo un plano detallado de la zona y algún instrumento de medición y orientación. Probablemente también alguna construcción menor, quizás túmulos, quizás paredes, quizás estatuas; hay casos (Gizeh, Teotihuacán) en que está reconocido que los monumentos se han construido sobre estructuras antiquísimas preexistentes.

Pensemos por ejemplo que sucedería si Stonehenge fuera esa construcción inicial, y se hubiera descubierto en la época de los romanos un plano y unas herramientas que permitían construir en su emplazamiento un majestoso templo a planta circular, con cúpula semiesférica (en el modelo del Pantheon), a través de cuyo óculo se viera una determinada constelación durante el equinoccio de primavera del 10 000 a.C., y esa misma constelación estuviera representada en el mosaico pavimentado debajo de esa ventana. Al principio diríamos que el templo es innegablemente romano, y hasta tendríamos registro de su edificación, con la firma del emperador de turno. De Stonehenge no quedarían que los enormes monolitos incrustados en la estructura del edificio, y nadie se percataría del extraño alineamiento celeste del complejo. Significaría eso que todo lo construido en Stonehenge era romano? No. Que el emplazamiento lo decidieron los romanos? No. Que la idea de construir algo circular y relacionado a una determinada posición de las estrellas fue de su arquitecto romano? No.

Lo mismo sucede hoy. Las iglesias cristianas suelen estar orientadas según un eje este-oeste, con el altar dirigido hacia el amanecer y la puerta hacia el ocaso, debido a la simbología de resurrección codificada arquitectónicamente hace muchos siglos. A nadie que conozca un poco de historia del arte se le ocurriría decir que cada arquitecto religioso en la Tierra tuvo una iluminación repentina e incorporó el concepto a la estructura que estaba diseñando; de igual forma, nadie diría que todos los templos alineados de la misma forma fueron construidos por las mismas personas y en un mismo momento. Por otra parte, el caso expuesto demuestra que hay conocimientos muy específicos que pueden ser transmitidos a través de los siglos de manera no necesariamente formal y plasmados en formas artísticas significativas.

Lo que se necesita es que la gente se haga preguntas, como hizo el lector. Es la única forma en que pueden descubrirse cosas muy interesantes sobre el mundo en que vivimos, y especialmente sobre su pasado, que hasta ahora deja muchos espacios aún por llenar.


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